En
palabras del propio autor:
De las
apostillas de “El nombre de la rosa”
[…]
La
idea de El
nombre de la rosa se
me ocurrió casi por casualidad, y me gustó porque la rosa es una
figura simbólica tan densa, que por tener tantos significados, ya
casi los ha perdido todos: rosa mística, y como rosa ha vivido lo
que viven las rosas, la guerra de las dos rosas, una rosa es una rosa
es una rosa es una rosa, los rosacruces, gracias por las espléndidas
rosa, rosa fresca toda fragancia. Así, el lector quedaba con razón
desorientado, no podía escoger tal o cual interpretación; y, aunque
hubiese captado las posibles lecturas nominalistas del verso final,
sólo sería a último momento, después de haber escogido vaya a
saber qué otras posibilidades. El
título debe de confundir las ideas, no regimentarlas.
[…]
ECO,
Humberto. El
nombre de la rosa. Apostillas a El nombre de la rosa. Barcelona:
Lumen, 1992. P. 633-634
No hay comentarios:
Publicar un comentario